A BenedictoSus ojos se comían el azul,
mientras sus manos encendían las voces
de tres campanas,
escuchaba a todos,
era un niño y un viejo.
Su misión era buscar magia,
por eso no se detenía
leer y leer,
cayeron los últimos granos de arena.
Las palabras abrazan,
voces se levantan
en sinfonía.
Su esencia se mantiene,
aún escucho sus campanas.