Grito tu nombre,
árbol florido
crece en mi garganta.
Los recuerdos inician
entre páginas de Las noches blancas.
Quizá a Dostoyevski
le llegaron en sueños,
escondidas entre caracolas.
Grito tu nombre,
miles de mariposas bailan
y sus cuerpos se cristalizan.
El aire deambula entre mis dedos,
frío,
y ya no siento tu mano.