en los brazos del Invisible.
En su morada,
transmuta y es libre,
entre las corrientes helicoidales
que fluyen al interior
de La Ceiba.
Solo con él
encuentra la fuerza,
para atravesar
el túnel de los cuatro rumbos.
-Déjame ir contigo.
En mi boca
llevo la piedra verde.
¿Acaso no tengo derecho
a beber de tu fuente?
No me niegues la paz,
de tu mar tranquilo,
quiero dormir
escuchando tu canto.