lunes, 1 de diciembre de 2014

Rictus



Te llamo
con el canto de la caracola,
que grita algas
que se pegan a mi espalda.

Mientras los recuerdos
me muerden las piernas
y se bañan con mi sangre.

Traté de enterrarlos
con las lantanas
pero por la noche regresaron.

Ahora lucen descarnados,
comen el polvo que se acumula
en los muebles
y habitan entre las páginas de mis libros.

Parece que aún
se niegan
a morir.

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